Según Ramón Gaya, pintor y poeta refugiado en México, la situación del exiliado no está mal, es como una habitación con los balcones abiertos. Si tal parece resulta duro de aceptar, no pocos poetas llegados al exilio al borde de su madurez la alcanzaron de lleno gracias a él, aunque fuese de forma dolorosa, prueba de que la paradoja es certera