Todos estamos listos para partir. Para reconocer los bordes de la tierra. El destino esta´ definido desde hace mucho. La embarcacio´n ha zarpado hacia el sur, aquel lugar donde termina el mundo, y donde quiza´s estos poemas no encuentren retorno, y menos un consuelo en la agoni´a, en la pura soledad. Carlos Olivera ha mutado en hombre de mar, y ha tomado la ma´s tra´gica de las decisiones, extran~ando esas ciudades que han tatuado su piel, extran~ando a rabiar a los amores de cada puerto, ha partido y lo ha abandonado todo.
Cuadernos de navegacio´n es el testimonio de este abandono.