La ética discursiva de Apel enfrenta los dos grandes "desafíos" de la ciencia actual a la razón práctica: el "externo" (crisis ecológica, armamentismo nuclear, etc.), que determina la urgencia de fundamentar una "macroética" de la "responsabilidad solidaria", y el "interno", que niega, desde una perspectiva cientificista, la posibilidad de fundamentar racionalmente la ética. Admitiendo que toda fundamentación deductiva es cuestionable, ofrece Apel una fundamentación reflexiva, "pragmático-trascendental", y establece así una mediación entre la filosofía trascendental kantiana y lo que se conoce como "giro lingüístico" de la filosofía contemporánea. Enfatiza la dimensión pragmática y reemplaza la clásica concepción monológica de la razón por una dialógica: la razón sólo opera en la comunicación intersubjetiva.
Maliandi presenta, a modo de propuesta programática, una convergencia entre las éticas de Hartmann y Apel, adecuando la fundamentación reflexiva de éste al reconocimiento hartmanniano de la estructura conflictiva del ethos. La ética de los valores y la del discurso comparten, pese a sus muchas diferencias, el eje apriorístico. Es posible así una "ética convergente", sustentada a su vez en una teoría de la razón que admite el carácter dialógico de ésta y al mismo tiempo el "bidimensional", representado por la dualidad de funciones (fundamentación y crítica), opuestas -lo que determina una conflictividad a priori pero pasibles de compatibilización.