El Bar aparece como una taberna de comerciantes, pero también como el espacio de creación y de encuentro con el espíritu de Baudelaire, donde """"en democrática promiscuidad con apopléticos teutones y hercúleos ingleses se hacía decamerones de artistas y la crónica de alcoba"""".
Indudablemente el bar constituyó una institución que, a la vuelta del siglo, cambió la sensibilidad de la escritura y permitió que el modernismo se democratizara, pese a su artificialismo, con el tratamiento lúdico de sus recursos.