Cuando caminas entre las sombras, mejor será que tomes la mano de un guía que te muestre las bellezas que subyacen en las tinieblas. El profesor Julio Ángel Olivares ejerce de anfitrión de la oscuridad para adentrarnos en el mundo de Jaume Balagueró. Entre las penumbras y el terror descubrimos las claves que permiten apreciar la obra del director leridano.
En el aplastante éxito de [Rec] o en su última película, Mientras duermes (que esta noche intentará alzarse con el Goya de mejor actor protagonista gracias a la majestuosa interpretación de Luis Tosar), se consigue apreciar una expresión autoral única capaz de estremecer a toda una sala de cine. Tanto el público como la crítica anhelan las películas de Balagueró, aunque para entender un punto de vista tan particular es necesario remontarse a sus orígenes.
Todo comenzó en el año 1991 con el estreno del cortometraje El niño bubónico.Tendrán que pasar tres años hasta que la genialidad del director sea reconocida tras el estreno de otro corto: Alicia. Ya entonces se empieza a apreciar lo que posteriormente se bautizará como efecto Balagueró: una obsesión por la filmación como dictado psíquico bajo el propósito de intervenir en la realidad más que, simplemente, reproducirla. A lo largo de su obra, Balagueró cultiva este estilo propio marcado por las grandes figuras del séptimo arte. Como él mismo afirma, actúa como una esponja que se apasiona por todo lo que ve y transforma bajo su prisma las técnicas de Einsentein con el montaje dialéctico, hereda de Bergman una focalización dramática del rostro o continúa con el legado de Godard en los límites de la representación.