En esta obra se trabajan las posibilidades de esbozar al menos dos rutas de aproximación al mundo educativo entendiéndolo como una forma espacial lugarizada. Una que considera la especialidad contenida en las prácticas socioculturales, definidas desde el campo de la interrelación y de la multiplicidad como escenario de los procesos educativos. La otra, considera la especialidad ofertada como contenido, como conocimiento capturado formalmente y que puede provenir de consensos disciplinares o de la propia cotidianeidad permitiendo el encuentro entre enseñantes y aprendices. Ambas formas expresan la potencial espesura que adquiere el espacio educativo que se torna Lugar cuando en ella están implicadas formas más o menos concientes de potenciar los sentidos de subjetivación y socialización de quienes participan en un proceso educativo.