Tras el arribo de Cortés y sus hombres fueron llegando a México distintas congregaciones evangelizadoras
cuyos integrantes, al encontrarse con un mundo totalmente distinto, y con creencias, ritos y celebraciones
religiosas tan diferentes a los suyos, sólo pudieron explicarse tales actividades "paganas" y politeístas para
adorar dioses zoomorfos argumentado la presencia del demonio en estas tierras tan lejanas de la Europa
Católica.
Sobre éste y otros temas gira el libro Por las sendas del temor. Una antología para viajar por los infiernos
novohispanos, de María Concepción Lugo Olín, editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH), que reúne relatos escritos por clérigos y miembros de distintas congregaciones entre los siglos XVI
y XVII. "De ellos surgieron diferentes visiones sobre el infierno que formaron parte importante de la
mentalidad y el imaginario novohispano", afirma la autora.
En esta obra se narra cómo esos clérigos y cronistas, herederos del "saber" medieval, concibieron la
conquista militar y la espiritual como una lucha tenaz y cotidiana entre el bien, "representado por los
religiosos, portadores de la luz de la palabra divina", y el mal, encarnado por el demonio, quien mediante
engaños, mentiras, falacias y otras artimañas había mantenido a los aborígenes sumergidos por largo tiempo
en las tinieblas de la idolatría y alejados de los caminos de Dios.
"En las crónicas -explica la autora-, los testimonios de la presencia de Satanás y su corte son múltiples y
todos ellos identifican su poder y su culto con la idolatría de los naturales. Hay largas y elocuentes
descripciones de ídolos de aspecto por demás monstruoso con los que los aborígenes representaban a sus
dioses, otras más en torno a las construcciones monumentales, templos o casas de sus dioses, así como la de
los sangrientos sacrificios humanos y otras prácticas rituales que, según los religiosos, Satanás demandaba
como muestra de adoración y de lealtad; a juicio de los escritores (cuyos textos se incluyen en este libro), todo ello es testimonio más que suficiente para confirmar la presencia del culto diabólico, en especial el que los naturales rendían a Lucifer bajo la advocación de Huitzilopochtli."
La explicación que dieron los cronistas sobre la presunta intervención diabólica en las creencias prehispánicas fue una manera de justificar la violencia ejercida durante la conquista y la evangelización, así como de exaltar el éxito del cristianismo sobre las religiones indígenas. "El triunfo del bien en esa lucha, además de permitir a la Corona española aumentar el número de sus vasallos, haría posible arrancar de las garras de Satanás a un buen número de almas para engrosar las filas de creyentes, fieles a la Iglesia, y de esta forma consolidar la unidad en la que por siglos se había cimentado el poder eclesiástico", explica Lugo Olín.
Esta antología se divide en dos secciones: "El infierno en catecismos y crónicas religiosas de la conquista espiritual", y "El infierno en los exempla y en los libros de meditación", en los que se pueden encontrar desde descripciones del origen, aspecto y ubicación de los infiernos, hasta los castigos que recibían los
condenados, y un texto titulado "Para vencer a Satanás: los medios de salvación", entre otras crónicas sobre el pecado y sus consecuencias.