Lejos de la visión domesticada de la Revoluciòn mexicana, folklorizada, empobrecida y neutralizada, esta novela de Rafael F.Muñoz nos ofrece la posibilidad de leer la revolución con ojos nuevos, provistos de una mirada que nos acerca a los acontecimientos históricos para revelarnos su sentido màs asombroso, su sentido màs doloroso, màs descarnado, màs deslumbrante. En estas páginas, Muñoz se distingue por la sabiduría serene y carente de énfasis retòrico que fue uno de sus talentos distintivos. Su notable maestrìa funde la crónica èpica del ejército villista en la toma de Torreòn con uno de los testimonios màs trágicos y desgarradores de fidelidad revolucionaria, la de Tiburcio Maya. Tras el asesinato de su mujer y su hija a manos de Villa, Muñoz describe la reacción de Maya: Con los ojos enrojecidos y la mandíbula inferior suelta y temblorosa, las manos convulsas, sudorosa la frente, sobre la que caìan como espuma de jabòn los cabellos blancos, el hombre tomò a su hijo de la mano y avanzò hacia la puerta. Al primer villista que encontró le pidió una cartuchera, que terciò sobre su hombro; le pidió la carabina, que el otro entregò a una señal del cabecilla y echò a andar la tierra de su parcela que los caballos habían removido, hacia el Norte, hacia la guerra, hacia su destino, con el pecho saliente, los hombros echados hacia atrás y la cabeza levantada al viento, dispuesto a dar la vida por Francisco Villa?