XAVIER GUERRERO (1896 - 1974)

XAVIER GUERRERO (1896 - 1974)

DE PIEDRA COMPLETA

CORONEL RIVERA, JUAN RAFAEL

S/ 58.00
NO DISPONIBLE
Editorial:
INSTITUTO NACIONAL DE BELLAS ARTES Y LITERATURA
Materia
Narrativa latinoamericana
ISBN:
978-607-605-200-6

¿Qué hace que algunos artistas sean más reconocidos que otros? ¿Cuál es el papel que juega la historia del arte para construir la reputación de los artistas? ¿Qué dificultades encuentran los estudios monográficos de nuestra disciplina, cuando al mismo artista-objeto de estudio, nunca le interesó la fama?

El caso del rescate historiográfico propuesto en el libro colectivo Xavier Guerrero (1896-1974). De piedra completa, provoca fascinantes reflexiones en torno a estos y a otros muchos interrogantes, que no sólo tienen el mérito de acercarnos a la vida y obra de nuestro muy importante y muy poco estudiado artista, sino que además enriquecen de forma sustancial, a la historiografía del arte mexicano, de la mejor manera, es decir, construyendo sobre los estudios existentes, encontrando y compartiendo información y miradas novedosas, y originando nuevas preguntas, de forma provocadora y estimulante a la vez.

En relación con los estudios existentes hasta la fecha, hay que destacar que pese a las reiteradas menciones sobre la importancia histórica y estética de Xavier Guerrero en la voz y pluma de varios de los protagonistas del Renacimiento artístico mexicano de la talla de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, María Izquierdo y Roberto Montenegro, entre muchos otros, hasta la fecha, sólo existían dos estudios monográficos dedicados al artista, ambos originados desde el ámbito museístico, como catálogos adjuntos a exposiciones.

El primero de ellos data de 1972, es decir dos años apenas antes de la muerte del artista, y fue publicado con motivo de la exposición titulada, Xavier Guerrero y su obra, organizada por el Museo de Arte Moderno de la ciudad de México, bien ilustrado y acompañado por textos muy breves, escritos por críticos, artistas plásticos y poetas, como Carlos Pellicer, Jean Charlot, Jorge Juan Crespo de la Serna, Juan Marinello, Pablo Fernández Márquez y Juan Rejano.

El segundo libro/catálogo apareció 40 años después, en el 2012, corroborando así la urgencia y la actualidad de los por tanto tiempo esperados nuevos estudios sobre nuestro artista. Parte de la Colección México a través de sus artistas, del MUNAL, el libro se titula Xavier Guerrero. 1896-1974, y está compuesto por dos ensayos a cargo de los investigadores Guillermina Guadarrma Peña y Arturo López Rodríguez, quienes de forma sucinta, pero bien documentada, reconstruyen la trayectoria artística y política de nuestro artista.

El libro que aquí comentamos profundiza en dichas temáticas, encuentra muchos datos novedosos y significativos, y los comparte con el público lector, incluyendo un amplio y muy necesario aparato crítico, para contribuir así a la cadena de conocimiento que debemos seguir construyendo, no sólo para reivindicar la figura de artistas protagónicos de nuestra muy rica historia del arte nacional, como Xavier Guerrero, sino para entender también algunos de los mecanismos ocultos de la práctica de nuestra disciplina, con una mirada fresca y crítica, que sirva para develar el criterio de autoridad y los prejuicios que muchas veces nos hacen reformular con otras palabras lo ya escrito muchas veces antes.

El estudio de Xavier Guerrero llevado a cabo por cada uno de los cuatro autores del libro: Juan Rafael Coronel Rivera, poeta, fotógrafo, ensayista, investigador, curador independiente, responsable de la exposición y de la presente antología; James Wechsler, curador invitado de la Universidad de Georgia y consultor curatorial del Museo de Arte de Filadelfia; Leticia López Orozco, historiadora del arte especialista en muralismo del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM; y Óscar Salinas Flores, diseñador industrial e investigador de la historia del diseño, de la Facultad de Arquitectura, también de la UNAM, pone de manifiesto, lo fructífero que resulta la puesta en marcha de proyectos de investigación de carácter colectivo, inter-institucionales e inter-disciplinares como este libro, que nos ayudan a superar las limitantes barreras que durante mucho tiempo imaginábamos separaban a las Bellas Artes, del diseño industrial y de las artes populares. Con gran acierto Xavier Guerrero escribía en 1952, que:

la profesión, nueva en México (de aquel entonces), de diseñador contemporáneo, emerge de una necesidad de la cultura de hoy en día, en la que afortunadamente se cuenta con una valiosa herencia cultural. Tiene tras de sí toda nuestra tradición plástica y puede absorber, además, las lecciones de la vida moderna. De lo sustancial de estas dos premisas resultará el buen diseño. Porque no es diseño contemporáneo el que carece de la sustancia de nuestra cultura plástica, o el que ignora la solución orgánica indispensable de la buena forma.

Xavier Guerrero, anticipaba así la continuidad y la profunda unidad que anima a todas las manifestaciones culturales nacionales, que requieren consecuentemente de un estudio interdisciplinar como el que hoy presentamos.

Desde que en la década de 1920, Jean Charlot publicara su testimonio sobre el impacto del conocimiento técnico de Guerrero en la obra temprana de Diego Rivera, de testimonios orales y escritos del mismo Diego y del de David Alfaro Siqueiros, corroborando dicho impacto en todos los protagonistas del movimiento muralista en sus orígenes, y de que McKinley Helm, publicara en 1941, en su obra Modern Mexican Painters un reconocimiento explícito a la labor de Guerrero como el técnico-inventor-rescatista de la técnica del fresco teotihuacano, en el imaginario colectivo, nuestro artista comenzó a ocupar el muy limitado y socorrido espacio del técnico. La mayoría de los autores que han escrito historias del arte mexicano moderno, tomando en cuenta las raíces indígenas del artista, lo mencionan como el poseedor de una sabiduría ancestral artesanal muy valiosa, pero no lo estudian en su importante labor creativa, como si por sus características étnicas y por su sabiduría de naturaleza artesanal, la chispa creativa que se asocia con la genialidad artística, no estuviera presente.

En su texto titulado "De piedra completa", a través de un meticuloso y bien fundamentado estudio, Juan Rafael Coronel Rivera, se propuso entonces comenzar a deconstruir por fin este limitante, repetido y prejuicioso motivo de la narración historiográfica mexicana, demostrando la amplitud y profundidad de los intereses intelectuales de Xavier Guerrero, quien tal y como Coronel Rivera demuestra en su texto, desde muy temprano combinó sus intensas actividades artísticas, manifiestas en la participación en exposiciones individuales y en la producción de obra mural muy temprana; con un espíritu muy proactivo como promotor cultural, tanto en el Centro Bohemio Occidental, como en la organización, museografía y diseño de exposiciones pioneras y muy influyentes sobre el rico acervo del arte popular mexicano; el diseño de muebles con carácter vanguardista; y el activismo político serio y comprometido.

Coronel Rivera complementa su valioso estudio con la publicación de algunas cartas inéditas de Xavier Guerrero y su esposa, la también muy distinguida Clara Porset, que nos permiten conocer otra faceta más íntima, pero también significativa de la vida de nuestro artista probando el amor de dimensiones legendarias que los unía, y varios testimonios de artistas e intelectuales que conocieron a la pareja en vida, como la Sra. Celia González de Ruz y el Dr. Luz Muñoz con quienes tengo el enorme honor te compartir esta mesa, Rina Lazo y Arturo García Bustos, y María O'Higgins, quienes a través de sus testimonios, enriquecen enormemente el texto recuperando la actualidad de la historia que aquí se reconstruye.

¿Por qué entonces, es que hasta la fecha sabíamos tan poco sobre la producción artística de Xavier Guerrero? James Wechsler, en su capítulo titulado Un acercamiento a Xavier Guerrero, sugiere, con mucho acierto, una de las claves de carácter ideológico que sin lugar a dudas debemos tomar en cuenta para responder a esta pregunta, pues sin duda este tipo de consideraciones, de forma más o menos conciente según el caso, han contribuido al silencio generalizado en torno tanto a su vida como y, principalmente, a su obra. Tras un muy preciso estudio de las fuentes documentales existentes en torno a las actividades desarrolladas por el artista en los Estados Unidos, desde la organización de su primer exposición sobre artes populares mexicanas en Los Ángeles en 1922, pasando por publicaciones de y sobre el artista en la prensa de aquel entonces, hasta llegar a menciones por parte de la crítica especializada en torno al premio recibido por Xavier Guerrero, en el concurso de diseño orgánico del Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1941, Wechsler detiene su estudio en el año de 1947, cuando nuestro artista no pudo ya re-ingresar a los Estados Unidos, muy posiblemente, porque a raíz de su compromiso político con el Partido Comunista, no recibió la visa que le hubiera permitido realizar varias obras con las que pensaba completar su exposición en ese entonces a punto de inaugurar en la galería Knoedler. Atinadamente Wechsler interpreta el silencio crítico que siguió a la exposición, como una consecuencia clara del impacto de la Guerra Fría en el campo del arte. Sin dudas podemos extender la misma oprimente atmósfera de censura y oscuridad al mismo México.

En su capítulo, "Xavier Guerrero, entre el pincel, la línea y la acción", Leticia López Orozco, reconstruye también, de forma minuciosa, la labor de nuestro artista como muralista, y al hacerlo, no sólo pone de manifiesto algunas de sus calidades estéticas más originales, rescatando muchas obras ya perdidas o poco conocidas, sino también, develando algunas de las causas que empañaron el debido conocimiento y estudio que sin lugar a dudas tendríamos que haber emprendido mucho tiempo atrás.

Efectivamente, al tratar sus primeras obras, en la así llamada Casa del lechero, en Guadalajara de 1910-12, realizadas en colaboración con su padre y hermano, señala la autora que pasado el tiempo, el mismo Guerrero "eludiría hablar de estos óleos, ya que no correspondían a su pensamiento ideológico y militancia política, pero tampoco a sus búsquedas técnicas y formales".1 En este caso, es la misma auto-desvalorización del artista, la que parece haber marcado una pauta negativa para la crítica posterior, que de forma muy poco meritoria pero tristemente muy común, muchas veces se limita a repetir las declaraciones realizadas en vida por los mismos creadores sobre sus propias obras. No podemos dejar de mencionar aquí, la destrucción de los frescos de Xavier Guerrero y de otros de sus entonces asistente en la SEP, por parte de Diego Rivera, que, una vez más, y más allá de las causas profundas de dicha decisión, atendiendo a la falta de independencia por parte de la crítica especializada, sin dudas no debe haber contribuido a consolidar la buena fama del artista en sus inicios, aunque para aquel entonces ya era una parte integral del movimiento muralista revolucionario.

Tampoco ayudó en este sentido, el hecho de que, algunos de sus primeros frescos individuales más significativos, tales como La justicia y El capitalismo, realizados entre 1923 y 1926, en la casa de los directores de la entonces Escuela Nacional de Agricultura Chapingo, tal y como nos dice López Orozco, quizás "hayan permanecido un tanto olvidados debido a lo restrictivo que podía ser el visitarlos en ... un espacio semiprivado."2 Debemos considerar así, la importancia de la ubicación realmente pública o no de los encargos murales, pues como sabemos, muchas veces, los lugares más visibles y los que garantizaban también la mejor conservación de la obra, fueron generalmente monopolizados por unas pocas figuras del arte nacional.

Finalmente hay que destacar también, e hilando con lo anterior, que la falta de documentación y los problemas causados por la destrucción de las obras mismas, resulta muy claro, pues una vez más tal y como señala nuestra autora, en el caso de las pinturas del multifamiliar Benito Juárez, edificio dramáticamente dañado por un el terrible sismo de 1985 que obligó a su demolición total con murales incluidos, no contó con los responsables que realizaran la gestión necesaria para rescatar a los murales del artista, situación que redundó en detrimento del conocimiento de su obra, de forma definitiva. ¿Por qué en este último caso no se hizo un esfuerzo mayor por rescatar la obra pública de Xavier Guerrero? Quizás si para aquel entonces hubiera existido un estudio profundo como el que hoy reseñamos, que diera fe de la calidad estética de nuestro artista, la triste historia no hubiera sido tal y todavía podríamos apreciar y gozar de esta original y sofisticada obra mural.

En el último capítulo del libro, Óscar Salinas Flores, en su texto titulado "Diseñador", recorre algunos de los muchos logros que Xavier Guerrero y su esposa, Clara Porset, alcanzaron juntos en el mundo del diseño: el premio del concurso Organic Design del MOMA en 1941, la participación en la exposición y el catálogo del Prize Design for Modern Furniture del mismo museo en 1948, la famosa exposición El arte en la vida diaria en el Palacio de Bellas Artes en 1952, y el premio de la Trienal de Milán, en 1957; como así también algunos de sus proyectos de diseño para el gobierno revolucionario cubano en la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos en la Sierra Maestra, y otras comisiones posteriores.

El autor sugiere muy acertadamente, que más allá de cuál de los miembros de la pareja aparecía oficialmente como titular de cada uno de dichos premios y proyectos, se trataba de un verdadero trabajo colaborativo, pues efectivamente en el diseño industrial, la pareja parece haber encontrado una forma concreta de superar el individualismo que ya entonces desvirtuaba algunas de las premisas fundadoras del movimiento muralista en el círculo artístico nacional, para colaborar con el bienestar social de acuerdo con las profundas convicciones ideológicas de la pareja.

Me permito aventurar así que es justamente en lo genuino y apasionado de sus convicciones ideológicas, en donde creo reside el origen principal de las dificultades que hoy en día encontramos los historiadores del arte para rescatar la obra de Xavier Guerrero. A nuestro artista, por convicción y por carácter, no le importaba el reconocimiento público, sino el poner su vida y su arte al servicio de la gente. El diseño y la colaboración artística, con su primer pareja, la conocida fotógrafa Tina Modotti, con su querida Clara, con los grandes muralistas como Rivera o Siqueiros, o con varios de los importantes colectivos artísticos a los que perteneció como la LEAR o el Taller de Gráfica Popular, o con organizaciones obreras y campesinas, eran razón suficiente para Xavier Guerrero, pues en su rico universo personal, no había lugar para el egoísmo, el egocentrismo, o el individualismo extremo.

Las bellísimas ilustraciones del libro son otro de los aportes fundamentales de esta publicación, pues nos dejan disfrutar de su pintura sencilla y refinada, creada con una paleta muy armónica, a veces incluso monocroma, caracterizada por formas sintéticas y contundentes, con los que Xavier Guerrero representaba temas sencillos, inspirados por la vida cotidiana de la gente, del paisaje o del retrato, géneros en los que el artista descubría la poesía profunda de la vida misma. Los poemas escritos por el artista, recuperados en la última parte de la publicación, corroboran la riqueza de intereses y la sensibilidad discreta y profunda de nuestro multifacético artista. La detallada cronología a cargo del mismo Coronel Rivera, con Raúl Cano Monroy y Adriana Clemente Mejía, complementan esta muy completa y provocadora obra, que sin lugar a dudas dará origen a muchos nuevos estudios sobre el artista.

Concluyo así que en el caso de Xavier Guerrero, la coherencia que animó su vida, tanto en lo personal, como en lo profesional y en lo político, fue la base fundamental de su grandeza. Su amplia cultura, sus convicciones ideológicas, el fascinante medio artístico e intelectual en el que desarrolló su carrera, y el soporte afectivo e intelectual que encontró en Clara la compañera de toda su vida, son sin lugar a dudas algunos de los aspectos que heroicamente se rescatan en esta publicación, a pesar de las múltiples trampas que el mismo Xavier Guerrero creó con su discresión a toda prueba, en contra de su misma fama.

La coherencia de sus creencias, de su vida personal y de su carrera, constituyen un verdadero reto a muchos de los cánones que normalmente rigen a la disciplina tradicional de la historia del arte. Es así cómo, Xavier Guerrero (1896-1974). De piedra completa, constituye una muy bienvenida contribución a la literatura sobre el arte de México, pues no sólo reivindica la figura de un ser humano y de un artista de gran valía al que es muy difícil seguirle sus huellas, sino que sugiere además, nuevos problemas y caminos para la investigación y la historiografía del arte nacional.

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