El pasado es un abismo sin fondo, que engulle a todas las cosas pasajeras, y el porvenir, otro abismo que nos resulta impenetrable; uno se vierte constantemente en el otro; el porvenir se derrama en el pasado atravesando el presente; estamos ubicados entre esos dos abismos y lo sentimos, pues sentimos el porvenir verterse en el pasado; esa sensación pone al presente al borde de un abismo.