Si perecemos, yaceremos pasivos mientras las revoluciones se suceden cadenciosas. Si lo logramos, simplemente alcanzamos una nueva oportunidad de seguir respirando. No es cuestión de acertar o errar, no hay tiempo para ello jamás es cosa de adaptarse al ritmo y gozar. Después de todo, la canción empezó antes de que llegásemos a la fiesta y no dejará de sonar cuando nos larguemos.