Estas páginas revelan a las claras el doble intento del autor, como es el aferrarse a su reino interior y a la milenaria retórica, tal como suele hacerlo desde hace tiempo.
Carlos Germán Belli, en "La miscelánea íntima", pone en evidencia que nuestras preocupaciones entrañables pueden ser reveladas merced a los rigurosos moldes tradicionales. Aquí la autorreferencia del sujeto poético no deja de ser un acto egoísta, porque las intimidades no son privativas sólo de él sino igualmente de los lectores. La retórica deja de ser un arte linajudo al codearse con los sentimientos llanos, recónditos, y aun viscosos, dignos más bien del expresionismo o del automatismo surrealista. Entonces los temblores existenciales de índole diversa -según lo insinúa el título del libro- entran dentro de cada verso como una mano ceñida dentro de un ceñido guante. Y, en vez de las palabras en absoluta libertad, las entretelas optan por las formas cerradas y, en consecuencia, aquí bien el ámbar, el amante y el liróforo desairados, cobran vida en las estrofas, el verso blanco y los metros, como en un armonioso consorcio entre lo uno y lo otro.