Lírica, a tiempo es la construcción de un refugio inmune a la pandemia, el lugar donde brota la mañana con la memoria de sus gentes. Indran Amirthanayagam hace crónica poética de la distancia malherida, del velo de plasma que cubre la mirada en esta pausa universal. En sus versos se sostiene toda la soledad acumulada en el encierro, el anhelo de intimidad de lo cotidiano entrelazándose en abrazos que penden de sus máscaras.
Los que mezclaron sus cuerpos inertes entre la multitud ya no serán habitantes del nuevo reino que surgirá después. Un hueco en el ecosistema, un alivio de plástico y sus vertidos. El poeta ofrece su palabra al mundo para salvarlo de lo efímero. La construcción de un templo que aún permanecerá en pie cuando apenas quede nadie, porque el poeta es un hombre en un planeta llamado poesía, y su voz es el antídoto.