Una subasta de arte, una peregrinación andina, un río dividido, la polisemia en una sílaba, los turistas que se implantan por un día en la selva, la confrontación con la taza diaria de café son el punto de partida para una indagación en la liminaridad de lo que es humano y no lo es. En Simio meditando (ante una lata oxidada de aceite de oliva) la voz poética es consciente de que lenguaje es consciencia.