Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos representa una exposición descarnada de la eterna lucha entre la fe y la razón, como solución unamuniana al problema de la inmortalidad personal. Lo verdaderamente irracional, es decir, al margen de la razón, es la creencia en l a inmortalidad. Y, sin embargo, fe, vida y razón se necesitan mutuamente.