En la medida que no es una discusión o un intento de desconstrucción teórica o académica, el libro de Lorena Zamora Betancourt está atravesado de principio a fin por la pregunta: ¿cuál es el peso simbólico del imaginario masculino sobre nuestros cuerpos? La autora acomete la maravilla de una obra no lineal, sino espiral, circular, que además no termina, no concluye sino sólo abre, pregunta y tantea, aporta, alimenta, cuestiona