Uno puede enamorarse de una historia, de personajes, de las descripciones de lugares o cosas, pero también de las sensaciones que el devenir de la escritura produce cuando la cadencia de las palabras nos lleva a un lugar más profundo, a la sensación de temblor en el cuerpo.
Sensaciones está en ese margen, en ese roce sutil de las palabras contra la piel, pequeños relatos que pueden sentirse en la yema de los dedos. Lo pequeño o corto de los relatos, como bien dice Loretta, muestra que no tiene importancia la extensión que puedan tener las historias, sino ese «lenguaje preciso que lleva al lector a formar parte de un fragmento de vida».
Y ahí se encontrará el lector, con los afectos, las conexiones, el café (siempre el café y los libros), el recorrido de la vida, según Loretta, en estos años pandémicos de quietud intensa, de extremos, sin lugar a duda, de mucha vida. Vida de seres sencillos, de humanos simples, de personajes grises, de la mayoría de nosotros.
Estos relatos vale sentirlos porque «Si hay temor a perder la vida, mayor es el pánico de perder las ilusiones». Bienvenidos a las ilusiones, bienvenidos a este pedacito de universo que nos regala Loretta. Pequeño libro aparte del libro pequeño, las acuarelas de Ana Paula.
Disfruten, abran las páginas sin seguir el índice, déjense llevar por las sensaciones.