Un libro oscuro, de rasgos poéticos, concebido con trazos prosísticos. Claridad salmódica, filtraciones bíblicas, imaginarios del cine bizarro y la música metal. Puede decirse que Cabrera Alva es el poeta buscador. Sus entregas, desde el Libro de los lugares vacíos (1999) han ido saltando de registro en registro, en un sendero de descubrimiento y exploración que imagino como grietas en la roca que el escalador encuentra para seguir elevándose hacia la luz o la cima.
En esta entrega los textos que la componen van numerados, lo que traslada la memoria al diseño de los aforismos, a los salmos y versículos bíblicos, capítulos brevísimos de una novela veloz y espasmódica o, tal vez, el esbozo de un guion que tranquilamente podría convertirse en una novela gráfica; mas quizás, sea la ansiedad del poeta por enumerar sin falta cada detalle de su imaginación grabada en letras y palabras.