Para Aristóteles, la meta más importante de una persona era convertirse en un buen ciudadano de la típica Ciudad-Estado griega. Esto significaba participar de las asambleas abiertas donde se tomaban las decisiones y en todos los demás aspectos de la vida pública de una ciudad como Atenas. De hecho, Atenas era una ciudad en continua discusión y debate sobre el bienestar de la ciudad, pero más allá de eso, sobre el significado de la vida y del Universo. Vivir una vida feliz y fructífera significaba participar de la vida de la comunidad.
Este libro se propone re-leer la dimensión ciudadana desde su vocación originaria de ser comunidad, evidenciando la importancia que la ética de la comunicación tiene en la construcción de las comunidades y la interculturalidad. Para lo cual plantea un innovador camino de reflexión: comprender la necesidad de la felicidad y la satisfacción de las personas que eligen la profesión de la comunicación cualquiera sea su especialización, tal como periodistas, expertos en relaciones públicas o productores de ficción o de telenovelas.
El libro parte de una dimensión ética que radica en la persona y se abre en un movimiento siempre más amplio a la vida ciudadana para volver a re-significar desde la comunicación, la democracia.
Robert White es sacerdote jesuita, especialista y profesor en "Medios de Comunicación, Religión y Cultura" y "Etica de la comunicación". Doctor en Filosofía, Master en Antropología, Filosofía y Teología en la Universidad de San Luis, Estados Unidos