Una animada perorata contra la presunción de saber vivir, contra el entusiasmo de organizar y asistir a cenas lujosas e inteligentes, contra la pantomima de estar disfrutando del aquí y el ahora. Aunque el autor no experimenta ninguna hostilidad hacia la idea de disfrutar de la vida, toda estilización asociada a este propósito le pone los pelos de punta, y no ahorra injurias ni venenosos cuestionamientos cuando se trata de descreer de las coreografías y rituales sociales de un hedonismo demasiado puntilloso y reglamentado como para ser auténtico.