Rosa Beltrán escribe en la presentación: "Junto con el teatro de evangelización, la crónica es el origen de nuestra literatura. Desde su llegada al Nuevo Mundo, soldados y misioneros observan y registran las 'cosas nunca antes vistas ni oídas' con un doble interés: dar testimonio de los hechos al mismo tiempo de fincar el gusto por narrar la subjetividad. El cronista, testigo de su tiempo que ocupa la tribuna para debatir desde el yo su ideario político, artístico y afectivo habla de lo que ocurre pero también de algo más. En todo cronista se alberga la fantasía de que lo que consigna sea y no sea leído como ficción". Y de acuerdo con Felipe Restrepo Pombo, "Todos los autores que aparecen en estas páginas hacen un ejercicio magnífico de escritura", las historias que componen esta antología, además, "dan cuenta de la diversidad de este continente".