La antropología de Hans Blumenberg, publicada en edición póstuma, se inicia con una tesis sencilla pero trascendente que constituye el principio central de su antropología fenomenológica: el ser humano es visible. Entre los primates, el Homo sapiens es el único que tiene una postura erguida y camina en esa posición. Por eso puede ver particularmente bien y también puede ser visto. Sólo puede ver al precio de ser visto. La optimización de la percepción visual va así acompañada de un riesgo: el aumento de la visibilidad.