«Que Dios os dé salud», dijo el guardián del cementerio a los dos amigos que salían. Nino protestó: Viejo, ¿por qué te mofas de nuestra condición de mortales? Bien sabes que de nada nos sirve la salud». El tema de este diálogo compuesto al estilo socrático queda claro desde las primeras líneas: la posibili dad misma de vivir con la certeza de la muerte y los avatares a los que tal conciencia nos aboca, desde la angustia y el desaliento hasta la vanidad o el hedonismo más desaforados. La preocupación del autor por la finitud convierte a este joven estudiante que dio fin a su vida con 23 años, en un paradigma del individuo atormentado y nihilista de su época. Sin embargo, el lector contemporáneo no dejará de reconocer en su forma de enfocar la cuestión temas y formulaciones que le acercan a los grandes pensadores del siglo por venir, a la preocupación de Wittgenstein por el lenguaje o a la de Heidegger por la posibilidad de una forma de existencia auténtica. Por momentos lírico, analítico, oracular y profundamente dramático, El diálogo de la salud da testimonio tanto de la estatura filosófica de su autor, cada vez más reconocida internacionalmente, como de su innegable talento literario, cualidad ésta que no siempre va asociada a la anterior. Completan este volumen una selección de diálogos filosóficos breves de Michelstaedter, que van desde experimentos tan lúdicos como el diálogo entre el planeta Tierra y un cometa, hasta encuentros en principio aunque sólo en principio más serios y eruditos, como el diálogo entre Diógenes y Napoleón.