Quien come la fruta debería al menos plantar la semilla y, es más, de ser posible, una semilla mejor que la de la fruta que disfrutó. ¡Semillas! Hay una cantidad considerable de semillas que no necesitan más que ser mezcladas en el suelo donde se encuentran, por una voz o pluma inspiradas, para comenzar a dar frutos de un sabor divino.