Loma hermosa
«Me despierto sobresaltado por el quilombo que hacen los perros. Gritos. Corridas por el pasillo. Le reconozco la voz a Yago. Me quedo atento, expectante. Quiero acordarme rápido dónde quedó el fierro y si le puse balas. Pablo sigue dormido
parece que no escuchó nada. Me vuelvo a la cama. Pablo se mueve y me abraza. Le pongo la cabeza en mi pecho y lo abrazo fuerte. Él está re dormido y estar así tan juntos
fu. Pablo respira tan suave
es tan lindo. Me voy durmiendo acariciándolo.
No sé, creo que ya muy entre sueños escucho unos disparos allá por el fondo. No sé. Ya me dormí.
Ya a la mañana Pablo me despierto chupándome la pija. Curtimos a full y ya se empieza a escuchar a todo volumen la televisión y la cumbiancha en todo el villerío. Alto polvo y nos quedamos ahí un ratito».