Un año atrás, en su Mensaje a la Nación, el presidente Ollanta Humala Humala corroboró lo que hasta el momento eran solo conjeturas para muchos: su poca destreza para dirigir el rumbo del país en situaciones que se vislumbraban complicadas. Como nunca, evidenció sus resistencias a la autocrítica y poca capacidad para leer atentamente el malestar que manifestaba la calle. Sin embargo, sí fue clamorosa su preocupación para facilitar y crear mayores y mejores condiciones para la inversión privada, la aceleración de la inversión pública y el implícito compromiso con las industrias extractivas, adelantada por el todopoderoso ministro de Economía, inaugurando así, como veríamos posteriormente, una marca característica del segundo tramo de su administración.