En filosofía las cuestiones terminológicas son importantes, porque la terminología es el momento poético del pensamiento. En este sentido, hay términos técnicos que requieren ser definidos. El concepto de dispositivo, por ejemplo, constituye un término técnico decisivo del pensamiento de Foucault, que Agamben desarrolla en la primera parte del libro. El capítulo siguiente explica hasta qué punto la filosofía está estrechamente ligada a la amistad. Según Agamben, podría decirse que sin amistad la filosofía no es posible. La intimidad entre la amistad y la filosofía es tan profunda que esta última incluye el philos, el amigo, en su propio nombre y, como muchas veces sucede con una proximidad excesiva, corre el riesgo de no poder explicarse. En el mundo clásico esta consubstancialidad del amigo y del filósofo era evidente. Hoy la relación entre la amistad y la filosofía está desacreditada y los que tienen como profesión la filosofía se relacionan con una especie de molestia y mala conciencia con este partner incómodo y, por así decir, clandestino de su pensamiento. En la tercera parte de libro, Agamben vuelve sobre uno de los temas de mayor análisis en su obra para hacer una pregunta: ¿Cuándo se decidirá finalmente la Iglesia a aprovechar su ocasión histórica y a reencontrar su vocación mesiánica? Si no es así, el riesgo es que sea arrastrada a la ruina que amenaza a todos los gobiernos y todas las instituciones de la tierra.