En el colegio te decían que eras inteligente pero vago. Te consideras perezoso, aunque te esfuerzas. Te despistas y no te enteras de lo importante en las conversaciones. Pierdes objetos y nunca recuerdas dónde aparcas el coche. Llegas tarde a todas partes y procrastinas mucho. Cambias de humor sin saber por qué y confundes horas, fechas y lugares. Te aburres con facilidad y dejas las cosas a medias. Haces gastos innecesarios. Interrumpes las conversaciones. Vives en una sensación de caos continuo. Padeces ansiedad o tendencias adictivas. Has visitado psiquiatras y psicólogos, pero sientes que no te entienden.