El siglo XIX se despedía con aires de cambio. Expresiones como "igualdad", "libertad", "sufragio femenino", sonaban en las reuniones y en las calles de las grandes ciudades. Pronto, la bicicleta se integró en la revolución feminista y a las campañas de las sufragistas. "Pedalear por el sufragio", se convirtió en una proclama clave que se extendió como la pólvora. Así, el ciclismo pasó de ser una actividad recreativa, a tomar un significado reivindicativo contra las ataduras de la época victoriana. Sinónimo de liberación y de igualdad. Publicado por primera vez en 1895, "Una rueda dentro de una rueda. Cómo aprendí a andar en bicicleta" se transformó en todo un clásico. Un fascinante testimonio de la expansión de la bicicleta en el cambio de siglo, y de la libertad que este medio de trasporte ofrecía a las mujeres. Es también la crónica de una mujer singular: activista por reformas sociales contra el alcoholismo y el sufragio femenino -que afirmaba que las mujeres "deberían poder votar, especialmente si el marido estaba ebrio"-, que aprendió a andar en bicicleta a los cincuenta y tres años de edad, motivando a las mujeres a superar las limitaciones de su época, y a involucrarse con prácticas que desafiaran su impuesto rol en la sociedad de finales del siglo XIX.