Muchos lectores asiduos de Roberto Bolaño aconsejan a sus nuevos lectores iniciar su obra con Estrella distante. Es una novela corta, es cierto, pero, además, es la oportunidad de conocer a Arturo Belano, alter ego del escritor y, además, uno de los protagonistas de otra gran novela suya, una que mereció el Premio Herralde hace más de veinticinco años: Los detectives salvajes.
En Estrella distante, el narrador nos introduce a un contexto específico: el inicio de los años setenta en el Chile de Allende, a poco tiempo del golpe de estado de Pinochet. Arturo Belano, joven poeta que concurre dos talleres de poesía, nos habla del fervoroso ánimo con el que asiste a estos círculos, los muchos poemas que consume durante sus horas libres, los personajes que forman parte de estos dos talleres, presididos por los poetas Juan Stein y Diego Soto, sus motivaciones, entre otras tantas cosas. Pero, por encima de todo eso, nos habla de una persona en específico: Ruiz-Tagle. Se trata de un joven poeta que nada tiene que ver con el entorno de Belano. No es estudiante universitario, no es exactamente amigo, familiar o conocido de otros miembros. Su existencia es un misterio, uno acaso de poca importancia. De momento, Ruiz-Tagle parece un sujeto con un par de particularidades, pero en absoluto extraordinarias. Escribe poemas que pareciera que no ha escrito; rompe algunos corazones en los talleres, como el de una de las hermanas Garmendia, bella estudiante y poeta; es amigo y hasta confidente, al parecer, de La Gorda Posadas, otro personaje de la obra; pero nada más.
Todo cambia con el golpe de estado. Sucumbe una crisis en Chile, los talleres de poesía pasan a un plano insignificante dada la coyuntura del país, y Ruiz-Tagle desaparece del panorama junto con otros estudiantes.
Belano logrará reconstruir retazos de la vida de Ruiz-Tagle, ese extraño personaje que le causó cierta envidia en las épocas universitarias. Además, nos hablará de mucha gente importante en el medio literario de ese tiempo, todo esto a lo largo de su proceso de investigación, de su proceso como un detective salvaje. Terminará descubriendo que, en realidad, Ruiz-Tagle es un tal Carlos Wieder, y que este ejerce no solo de poeta sino de piloto de las Fuerzas Armadas de Chile, y que tiene otros talentos, aunque uno en especial, por cierto: escribe poemas en los cielos. Pero también es un tipo que esconde un oscuro pasado.
En las postrimerías de la obra se sumará otro protagonista fundamental que, por intermediación del mejor amigo de Arturo, Bibiano O ’Ryan, llegará a conocer Belano: Abel Romero, detective profesional.
Bolaño ha confesado que, en Los detectives salvajes, Arturo Belano es él mismo. Por tanto, en Estrella distante también debería serlo.
A propósito de confesiones, hace poco la página “Ediciones Sin Fin” ha recuperado una entrevista muy poco conocida realizada al escritor el 11 de julio de 1999 para el diario Cambio de Lima, ya desaparecido. Fue entrevistado por Tulio Mora.
Hay un consenso en la obra de Bolaño, a saber, que Los detectives salvajes y la póstuma 2666 son sus dos grandes obras maestras. La distribución de esta última fue inicialmente pensada en cinco partes, ya que el chileno quería asegurar el sustento de su esposa e hijos. De hecho, su muerte fue relativamente temprana. Roberto Bolaño murió en 2003 a los cincuenta años.
Dejó mucho material, sin embargo. Luego de su muerte se publicaron muchas obras póstumas, pero, entre todas, los reconocimientos más prestigiosos los ha ganado con las dos obras ya mencionadas. 2666 ha recibido el Premio Ciudad de Barcelona, el Salambó, el Premio Altazor de Chile, etc. Los detectives salvajes, por su parte, recibió el Premio Herralde de Novela en 1998 y en 1999 el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos.