Noticias

27 JUN

Los cien cuyes de Gustavo Rodríguez

Por Diego Nieves
Los cien cuyes de Gustavo Rodríguez

La historia de unos octogenarios de clase media y una madre soltera con problemas económicos es el argumento que da vida al premio Alfaguara 2023: Cien cuyes. Puede parecer un tanto confuso cómo esta trama se puede vincular con el título de la novela, pero esta confusión se esclarecerá leyendo la obra de un tirón, como le sucedió a quien escribe estas líneas.

 

Gustavo Rodríguez explora el mundo de un grupo de ancianos, entrelazándolo con el de Eufrasia, una mujer de armas tomar que trabaja como empleada de hogar cuidando a doña Bertha. Su historia la llevará a cambiar de empleo por necesidad, trabajando como una suerte de enfermera en un asilo. La complicidad que logra generar con un grupo de viejitos —autodenominados como Los Siete Magníficos— se verá compenetrada gracias a la ayuda de uno de sus miembros: la señora Pollo, quien conoce a Eufrasia del pasado.

 

Este grupo de amigos, que en un contexto restringido tiene que desenvolverse, nos recuerda que somos, después de todo, humanos. Así pues, con el pasar de las páginas notaremos cómo las reglas y las prohibiciones los limitan cuales infantes, llevando al lector a desarrollar una empatía hacia ellos y comprendiendo que, al margen de la edad, todos llevamos algo de niños por dentro.

 

Los Siete Magníficos son, pues, sumamente humanos: hay cariño, amistad, solidaridad, pero también hay celos y envidia. Encariñarse con la amabilidad de doña Pollo, las ganas de resaltar de don Miguelito —un surfista retirado que vive del pasado—, los poemas del ponja Tanaka, o el temple de Giacomo, el ex oficial de marina, no será cosa difícil.

 

En mi opinión, el ingenio de la trama es lo más logrado en la novela. Es difícil predecir qué ocurrirá en cada capítulo. Si bien los diálogos están llenos de memorias, reminiscencias y cuestionamientos sobre el presente, éstos se muestran un tanto predecibles y desfasados en cuanto a época, quizá adrede, al tratarse de ancianos. Este último punto, junto con la descripción un tanto exagerada de ciertos estereotipos, pueden causar reparos a los lectores más escépticos o exigentes.

 

El premio Alfaguara no regresaba al Perú desde 2006, año en que Abril rojo de Santiago Roncagliolo lo consigue. Resulta un orgullo tenerlo de vuelta, y sobre todo con una obra innovadora en cuanto a trama, que invita a la reflexión, a cuestionarnos qué tan poca importancia le damos a las personas mayores, a aquellos padres y abuelos que viven esperando el día en que, quizá, puedan cerrar los ojos y decir: «este viaje ha terminado».

Volver a noticias