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09 OCT

Zózimo Torres, ex líder sindical de la hacienda Huando: «Todos escriben y estudian a Velasco y la reforma agraria sin tener en cuenta al campesino»

Tras el anuncio que dio el Ejecutivo sobre una segunda reforma agraria este pasado domingo 3 de octubre, CARETAS vuelve a publicar el reportaje realizado a uno de los personajes centrales de esta reforma llevada a cabo por Velasco.
Zózimo Torres, ex líder sindical de la hacienda Huando: «Todos escriben y estudian a Velasco y la reforma agraria sin tener en cuenta al campesino»

Por: Gabriel Ruiz Ortega

(A razón de los 50 años de la reforma agraria, CARETAS en octubre de 2019 publicó un reportaje sobre el histórico sindicalista de la hacienda Huando, Zózimo Torres. Sobre Torres hay una imprescindible publicación: Testimonio de un fracaso: Huando. Habla el sindicalista Zózimo Torres (IEP: 2001, 2019) de la fotógrafa y periodista de CARETAS, Charlotte Burenius. Además, tanto Torres como Burenius son protagonistas del documental La revolución y la tierra (2019) de Gonzalo Benavente).

Zózimo Torres no olvida, entre su respiración entrecortada y algunas lágrimas, el origen de su carácter luchador. “De niño vi morir a mi padre Zenón Torres”, explica. “Él amansaba caballos en las haciendas, en los pueblos, y mucha gente lo quería porque era trabajador. Sin embargo, un día a la tía María se le perdieron monedas de oro y ella estuvo preguntando y le dijeron que habían visto a mi padre cambiando monedas de oro en el pueblo. Mi padre se enteró e increpó duramente a la tía María. Mi padre respondía, sabía defenderse. Entonces, la tía María complotó para que lo mataran el 28 de diciembre de 1939. Lo mató su misma familia con ayuda del gobernador del pueblo Paccho. Tenía seis años. He vivido momentos trágicos que no puedo olvidar”.

Zózimo, desde su casa en Puente Piedra, recuerda su rol protagónico y estelar en un libro ineludible que acaba de ser reeditado: Testimonio de un fracaso: Huando. Habla el sindicalista Zózimo Torres (IEP: 2001, 2019) de la fotógrafa y periodista de CARETAS, Charlotte Burenius.

Burenius fue hijastra de Fernando Graña, uno de los propietarios de la conocida hacienda Huando, en donde se cultivaban las homónimas naranjas, que eran grandes, jugosas y sin pepa. En su libro, el sindicalista Zózimo cuenta su versión de los hechos ocurridos en ese espacio que simbolizaba lo que la reforma agraria combatía. En este sentido, Burenius nos presenta el lado B de la historia, aquella que el oficialismo intelectual no toma en consideración.

Zózimo se hizo solo y trabajó en diversas haciendas. Una de ellas fue Casa Vieja, de la familia Letts. A los 23 años llegó a la hacienda de los Graña, en donde forjó su leyenda sindicalista. Zózimo lo recuerda todo. “Trabajé mucho y me fui dando cuenta de que no podía quedarme de brazos cruzados cuando se maltrataba a los trabajadores. Les pagaban una miseria. Eran tratados como animales. Las acémilas valían más que el ser humano. Yo me enfrentaba a los capataces y los hacendados”.

El sindicalista no se sorprende del ninguneo de los estudiosos a los verdaderos protagonistas de la reforma agraria. “Aún no se ha contado la verdadera historia social del maltrato al hombre peruano del campo”, explica. “Así era en esos años, toda la franja de la costa pertenecía a las haciendas. No toman en cuenta los testimonios de aquellos que lucharon por la justicia social. No les interesa. Los miran de reojo, con desprecio. Todos escriben y estudian a Velasco y la reforma agraria sin tener en consideración al hombre, el campesino, que propició ese fenómeno”.

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Para Zózimo, Velasco no fue estrictamente un dictador. “La Constitución de 1933 avala la intervención de las Fuerzas Armadas cuando los intereses del país corren peligro. La gente lo tilda de dictador, pero no, su acción tenía base constitucional. A Velasco lo arruinó la enfermedad. La RA era uno de sus planes, pero su objetivo mayor era recuperar Arica y Tarapacá, por eso construyó la base La Joya en Arequipa. La reforma me permitió conocer a gente muy cercana a Velasco”.

Su piel pajiza no es gratuita. Cada arruga es la metáfora de las luchas libradas y de los peligros que estas traen: “Me quisieron matar. Fue el 16 de octubre de 1971, cuando estábamos en la segunda huelga de trabajadores de la hacienda para presionar a las autoridades para que anulen la parcelación. Enviamos a Lima una comisión y yo me quedé en el local del sindicato pero cuando regresan nuestros representantes, me dicen que yo debía ir a Lima. Y así fue. Al día siguiente partimos a Lima muy temprano. Mientras caminábamos a Huaral para tomar el bus, vimos vehículos policiales y militares dirigiéndose a la hacienda. Creí que las fuerzas del orden resguardarían nuestra protesta. Cuando llegamos a la división blindada no había nadie y esperamos tres horas. Entonces decidimos regresar. Pero al salir de la división llegó una camioneta con personas del sindicato, todas ensangrentadas. «¿Qué pasó?, pregunté. Han asaltado el local, lo han destruido, fueron a buscarlo, me dijeron”.

Muchos cuidan sus palabras, pero esas prácticas no van con Zózimo. Él sabe quién guió ese atentado contra su vida. “Los Graña, sus empleados y los amarillos. ¿Dónde está ese cholo Zózimo para matarlo?, preguntaron. El que dirigió ese atentado fue Antonio Graña. Si yo hubiera estado en el local, me mataban. Pero yo no me iba solo, yo no me iba a dejar matar. Mucha gente murió en esa intervención. Querían tenderme una trampa, iban a masacrarme frente a todos los obreros del sindicato. Pero te lo repito, joven, yo no me iba solo”.

Para este guerrero social no existen las ambigüedades. El Perú no ha cambiado, se sigue humillando a los hombres y mujeres del pueblo. Zózimo no ablanda su lengua: “A la derecha y a la izquierda no les importa el país. La derecha y la izquierda son la misma mierda”.

Imposible no preguntarse si alguna vez nuestros especialistas de la RA se tomarán el trabajo de estudiar la historia de luchadores como Zózimo Torres, quien peleó por una verdadera justicia social en el Perú.

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Fuente: CARETAS.PE

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