La década robada no refiere solo a la corrupción que campeó todo el gobierno kirchnerista; es, también, la oportunidad desaprovechada: nunca antes las condiciones objetivas de crecimiento para la Argentina fueron mejores. Esta será recordada, quizás, como la década de la Grieta: desde los años cincuenta que el país no latía al ritmo de una división que comenzó como política y se transformó en cultural; se crearon enemigos imaginarios y se separó como nunca antes la realidad del lenguaje. El ánimo crispado y extremo que bajó desde el gobierno a la sociedad generó paranoia y discursos violentos, y el distanciamiento entre amigos y familias que eluden hablar de política para evitar la confrontación. El gobierno que se autoproclamó el adalid de la democracia obturó la posibilidad del diálogo. Jorge Lanata escribió el libro que todos estábamos esperando, en el que revela cómo un gobierno construyó un relato que fue defendido por fanáticos que abolieron la realidad objetiva como si fueran una secta religiosa. A través de algunos de los máximos hitos de los tres gobiernos kirchneristas, 10 K muestra el hecho irrefutable de que la distribución del ingreso de la época menemista no se alteró a la lista de los dueños de la Argentina se agregaron dos vecinos