Los microrrelatos de Ray Paz abren las puertas y ventanas de situaciones donde el delirio, la muerte y el humor se cruzan con precisión quirúrgica. Cada historia es una irrupción escrita desde los extremos, los márgenes, donde lo cotidiano se contamina. Con una prosa de imágenes afiladas, Paz, encarna al narrador como demiurgo: crea, destruye y desborda. Aquí no hay moraleja, solo delicioso vértigo. Leerlo es dejarse poseer y exorcizar por una literatura que, como a sus personajes, jamás nos dejará ilesos.