Rocío Uchofen, asentada en una exploración cosmopolita, nos propone, para ir más allá de otras fronteras, un juego un tanto macabro cuando nos invita a leer «La irrealidad y sus escombros». Son catorce cuentos que se potencian entre la incertidumbre que se genera al tratar de circunscribirlos desde lo posible y lo fantástico, y siempre al margen de lo previsible, anecdótico o circunstancial. Algunos relatos parecen poblados por fantasmas, pero solo se trata de personajes deshumanizados desde sus egoísmos y perturbaciones, signados por su marginación, terquedad o infamia. Otros protagonistas se muestran lógicos y deducibles hasta que se produce el quiebre, cuando cae la máscara y surge el monstruo irreal con características poco típicas, pero igual o más hórridos de los que describen las enciclopedias ilustradas o los tratados de ontología teratológica. Esta suerte de constante desafío es sin duda la más grata sorpresa de un libro planteado para incomodar, pues la literatura, como lo sabe muy bien Rocío Uchofen, no pretende complacer ni generar zonas de confort. Todo lo contrario: da cuenta de un momento con todas las armas que tiene a disposición una mente creadora, soslayando cualquier lección y sin imponer ningún remedio o pócima que sepa a dudosa mejoría.
