La autora muestra que la justicia simétrica del Estado y sus instituciones no es suficiente para garantizar la convivencia humana, sino que requiere ser iluminada, cuestionada y vigilada desde una dimensión extraterritorial: el espacio anárquico del No Matarás. Este nuevo espacio, recordado por las voces proféticas como demanda de justicia, introduce la asimetría en la simetría, y hace posible la no indiferencia y la responsabilidad por la viuda, el huérfano, el extranjero y el pobre: la justicia de otro modo.