Los peces muertos es un libro fundacional. Con sus tonos y titubeos, marca el inicio de un universo literario propio, que González Viaña consolidaría con los años, pero cuyas primeras semillas frágiles, experimentales y profundamente humanas ya estaban presentes en estas páginas. Volver a Los peces muertos es regresar a los orígenes de una voz narrativa que, desde la arena, el mar y los recuerdos de infancia, se atrevió a contar la vida.