Andrés tiene tanta necesidad de buscarle
un sentido a un entorno que no lo tiene,
que termina por transformar al mundo
en un decorado. En la novela de Basz,
vamos viendo ese cortinado como fondo
que cambia de Bangkok a Brooklyn a
Buenos Aires o a Panamá, mientras
recorremos el mundo de un tirón sin
tiempo para terminar de ver ninguna
ciudad. De lo más grande a lo más
pequeño; las ciencias sociales, el turismo
devastado y las ciudades devastadas y los
hoteles de lujo y la política y las miserias
personales, todos son círculos que como
satélites giran alrededor de tres planetas:
Andrés, Denise y Sophie. En Suma Cero,
estas vidas dejan al descubierto que el
consumismo de masas puede ser tan
banal como las profesiones que lo
denuncian, pero que la verdadera
historia, la de Andrés y el lodo en el que
se va hundiendo, está mucho más cerca
de nuestros ojos.