El cuerpo de Giulia-no tiene una presentación secuencial en capítulos que no es, como sería de esperarse, temporalmente progresiva. Su texto, más que ser un relato convencional, es un discurso especulativo, un monólogo que circular y cíclicamente, mediante saltos intercalados en tiempo y espacio (que incluye ciudades europeas y la selva peruana), se pregunta por la naturaleza de la relación entre el narrador y su amante muerta. Tal estructura narrativa no espera que, terminado el texto, el lector organice, consciente o subconscientemente, las acciones en una diégesis o secuencia que le ofrezca un argumento con nudo y desenlace. Lo que busca es más bien dar con una manera de ordenar la experiencia vivida explorando la persistencia de ciertos comportamientos, actitudes, palabras y silencios, comprender no la causa sino el o slos órdenes que rigen la mutación y permanencia en el estado de las cosas. A pesar de presentar escenarios y personajes, esta estructura es más plástico narrativa que dramático teatral. Luis Rebaza Soroluz
