Cada sociedad y momento tienen su propia lectura de símbolos que son universales. Pero más allá de los arquetipos comunes que inconscientemente acompañan a cada símbolo, cada escritor, inevitablemente, bebe de su tiempo compartiéndolo o rechazándolo, de la sociedad y la cultura en la que nace y se mueve. Las experiencias que conjugan una vida hacen que, lógica y necesariamente, cada elemento utilizado esté impregnado de una carga simbólica propia. Esta carga, por su singular condición, se vuelve más compleja en Alejandra Pizarnik como es fácil discernir del entramado de su biografía. El símbolo, en tanto en cuanto trasciende el significado primero de las cosas, es de fundamental relevancia en el discurso literario, y con mayor medida en el poético. Conviene no olvidar que el símbolo poético va mucho más allá de la pura ornamentación de la realidad, por lo que el adentramiento en los de la poética de Pizarnik es insoslayable y forzoso para una lectura significativa de su obra.
Luis Fuentes asume el reto de enfrentarse a la simbología de la poesía de Pizarnik, un reto que no solo requiere tener sobre la mesa la totalidad de la obra de la autora, sino ejercer sobre ella, con tenaz dedicación, una lectura detenida objetiva y subjetiva; su análisis en base a los estudios científicos previos sobre simbología; una interpretación lo más ajustada posible; y el establecimiento de relaciones internas y externas. En definitiva, un escarbar en las oscuridades y pasillos intrincados de una poética especialmente singular, y hacerlo, por un lado, desde el posicionamiento objetivo que requiere cualquier análisis, pero, por otro desde la sensibilidad e intuición necesarias para entrar en cualquier mundo poético, ubicándose en la subjetividad del creador. Este difícil equilibrio es el que se ha conseguido en las páginas de este libro. Gracias al trabajo de Luis Fuentes, la jaula que contiene la inquietante poética de Pizarnik se ha vuelto pájaro, ha desplegado sus alas y se ha echado a volar.
