Su delicado (¿o delicada?) Avenida Arequipa, el segundo libro que publica en este milenio, da cuenta de su oficio de vocinglero cronista de una ciudad fagocitada por los tiempos modernos que bien merece un postrero homenaje, no una lisonjera evocación en modo todo tiempo pasado fue mejor tan común a los enamorados de una Lima que se fue. Y eso, lo primero, es lo que ha hecho el autor de La expulsión del paraíso: hilvanar recuerdos y chirigotas (Eslava, dixit) para redescubrir sus andanzas desde los cuatro años por la avenida Arequipa y sus extramuros, los parques, calles y avenidas de los distritos limeños de Santa Beatriz, Lince, San Isidro y Miraflores.